30 mayo, 2008

Dando cátedra sobre la catedral

Sobre Talcahuano había acabado de dejar a una yidische mame quien estaba muy apurada por llevarle el almuerzo a su nene, al que yo imaginaba como un típico tiburón (abogado) de la zona de Tribunales. Fue entonces que, antes de que tuviera tiempo de poner primera, un hombre de unos cincuenticinco cuyo cuello blanco lo identificaba como un miembro de la iglesia, me hizo señas para que me detuviera. En ese instante pensé que quizás ese era el día de las comunidades religiosas o una forma en la que se estaba restableciendo el equilibrio cosmológico entre el yin y el yang al que hacen referencia los taoístas.
Me dijo que lo llevara a la catedral, a lo que le pregunté si se refería a la catedral que está enfrente de la Plaza de Mayo. Con cierto aire de sorpresa me respondió que si acaso había otra catedral en Capital Federal. Le contesté que no tenía bien en claro cuál era la diferencia entre una capilla, iglesia o catedral. Me explicó que ‘catedral’ era una palabra que derivaba del griego ‘cátedra’ que es el lugar donde se enseña. Luego comenzó a dar cátedra sobre una variada serie de palabras de uso habitual cuyo origen remite tanto al griego como al latín. Como una forma de seguir con el hilo de la conversación, al doblar por Diagonal Norte le pregunté si ‘obelisco’ era una palabra de origen latino. Me contestó que sí y que remitía a la palabra obelix. No obstante, yo tenía la impresión de que para la mayoría de las personas que transitan por el lugar, dicho monumento no remite precisamente al imperio romano. La charla derivó hacia cuestiones históricas y fue en ese contexto que le comenté lo importante que me parecía el poder comprender el pasado para interpretar los fenómenos del presente. A lo que, luego abonarme el monto que indicaba el reloj, suspiró y me contestó: "ojalá uno pudiera entender siempre la razón por la cual suceden las cosas".
En su voz había un aire de pesimismo que denotaba un escepticismo que yo no hubiera esperado de un hombre de fe, quien –supuestamente- adhiere a las creencias sobre designios divinos del destino. Lo cual me hizo reflexionar sobre la forma incierta en la que suele presentarse la realidad cotidiana, como inciertos son los rumbos que ha de recorrer un tachero durante el transcurso de su jornada laboral.

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