30 mayo, 2008
Joya nunca taxi
Estoy tratando de decidir si doblar por Montevideo o seguir por Paraguay antes de que el semáforo cambie de color, pero el ruido de un golpe en la ventanilla trasera interrumpe mis deliberaciones. Es una mujer de unos veintipico quien me pregunta si está libre, le respondo que sí mientras le quito el seguro a la puerta. Apenas sube me comenta "así que está prohibido fumar, se nota porque no hay olor a pucho. Es que el olor a cigarrillo impregna la ropa, los muebles, inclusive si uno besa a alguien que fuma en seguida se da cuenta. Yo antes fumaba mucho pero hace 5 años que dejé de fumar. Antes no me daba cuenta pero ahora no me banco el olor a cigarrillo. ¿Y la gente respeta el cartel?". Le respondo que hay mucha gente que al ver el cartel opta por dejarme pasar y esperar a otro taxi que les permita fumar en el viaje. "Lo que es el vicio. Y me parece que en las mujeres es peor, no?". Le respondo que puede que sí. Entonces agrega:"Es que nosotras somos más ansiosas, bah, un poco más histéricas también" (en fin, no hay nada como la misoginia femenina) Luego me aclara: "Yo no soy ninguna histérica, pero la mayoría sí". No hacía falta la aclaración, porque para mí estaba claro que ella no era ninguna histérica, puesto que ya no fumaba, a lo sumo un poco maniática y obsesiva, con respecto a su antiguo vicio, pero histérica ya no. Después de un minuto de silencio me pregunta "no les parece que los hombres también están cada vez más histéricos?" Le respondo afirmativamente, puesto que el pasajero siempre tiene razón. No obstante, una vez finalizado el viaje, trato de determinar a qué se puede definir por histeria masculina, aunque quizás yo mismo sea demasiado histérico para saberlo. En fin, un poco histérico quizás pero con los pulmones bien limpios, o mejor dicho joya nunca taxi.
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